Por qué ser mamá es el regalo más inimaginable de Dios

Por qué ser mamá es el regalo más inimaginable de Dios

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Esos primeros aleteos, en el fondo de mi barriga ... me hicieron detenerme en seco. Esperé a que volviera a suceder. La anticipación fue tan grande que podría haber sentido un solo vello en mi brazo. Estaba en sintonía con mi cuerpo como nunca antes lo había estado. Y luego sucedió; Lo sentí de nuevo. Fue la primera vez que mi bebé me hizo saber de manera tangible que estaba allí. Me detuve, sonreí, exhalé un suspiro, puse mi mano debajo de mi ombligo y simplemente conecté.

La primera vez que sienta esas pequeñas burbujas, no lo olvidará. Es una sensación como ninguna otra. Bueno, está bien, es cierto que es una especie de gas, que no es nada para desmayarse, pero no es gas, y por eso te desmayas. Es su hijo, su creación, su ADN. Será su futuro, con suerte su orgullo, sin duda su legado y su misión número uno en la vida. Te das cuenta de que ser madre no es simplemente un derecho, es un regalo ... realmente el regalo más inimaginable de Dios. ¿Qué obtienes de ese regalo, de la maternidad? Tomas una combinación de todo lo que es igual al amor:Publicidad



La interacción

Desde la primera vez que su hijo se acuesta sobre su pecho, se prende a su pecho o envuelve su mano alrededor de su dedo, usted está atrapado. Es el tipo de amor que nunca tendrás con un hombre, ni con nadie más. Mirar a los ojos de su hijo nunca envejecerá, ni siquiera durante la adolescencia, cuando su corazón se rompe por ellos y ellos lo miran a los ojos en busca de consuelo.



A medida que su hijo crece, se convierte en una necesidad para usted tanto como usted lo es para ella. Ella puede sentir cuando estás emocionado y cuando estás asustado. Ella sabe especialmente cuando algo anda mal. Si te ve llorar, te envuelve con sus brazos y te consuela, a veces queriendo llorar ella misma porque tu dolor le causa dolor.Publicidad

La interacción intencional, cariñosa y guía entre una madre y su hijo puede ser uno de los aspectos más satisfactorios de la vida. Y si la relación se fomenta desde la infancia hasta la edad adulta, los estrechos lazos de madre e hijo nunca desaparecen. Las conexiones pueden ser una fuente casi constante de felicidad y gratificación. Es esta interacción la que nos diferencia de otros animales de nuestro planeta. La maternidad es la forma más profunda de amor que existe.

La evolución

Ninguna mujer es la misma después de tener un hijo. No importa si un niño nace sano o enfermo, típico o diferente. Desde el momento en que vea, cargue y proteja a su hijo, la vida nunca volverá a ser la misma. Seguro que siempre quiso tener éxito, pero ahora su éxito es lo que asegura el futuro de su hijo. Se esfuerza por ser un proveedor y un modelo a seguir. Investiga en busca de las mejores guarderías. Aprende diferentes enfoques disciplinarios y busca a los médicos adecuados. Usted se esfuerza por enseñar la independencia modelando la independencia usted mismo. Recuerdas, olvidas, das y perdonas. Tu objetivo número uno es ser una mejor madre que tu propia madre, incluso si fue la madre más maravillosa del mundo.Publicidad



Para la mayoría, esta evolución es bienvenida. El sacrificio de tiempo, dinero y, a veces, dolor de corazón bien vale la pena al final, ¿y para qué sirve ese fin? Es el momento en que su hijo se convierte en un ciudadano productivo que es independiente, feliz e influye positivamente en la vida de los demás. Si nuestros hijos pueden mostrar estas cualidades cuando sean adultos, sabremos que tuvimos éxito. Ese conocimiento del éxito nos permitirá descansar tranquilos a medida que envejecemos, y con suerte nos permitirá dejar ir todos los arrepentimientos del pasado.

Las memorias

¿Qué tendremos a los noventa y cinco años, sino nuestros recuerdos? Habrá recuerdos de nuestra propia madre que reflejarán tiempos pasados. Estarán los recuerdos que hicimos con nuestros propios hijos, de sus luchas y de sus triunfos. Todos los recuerdos conformarán quiénes éramos entonces y quiénes somos ahora. Por naturaleza, se le llama el círculo de la vida. Si bien la maternidad puede no ser lo que mantiene a la Tierra en su eje, la rotación de la vida en sí llega a su máxima expresión. Pasa la antorcha, permitiendo que un día nuestros propios hijos experimenten este milagro. Y es este milagro, el milagro de la maternidad, que es simple y llanamente el regalo de Dios más inimaginable. Es uno que nunca debe ni puede darse por sentado. Porque es el respeto y el honor de ser madre lo que nos hace buenas madres. Y son las buenas madres las que mantienen nuestra tierra girando en la dirección correcta: una dirección llena de relaciones positivas, corazones cariñosos y un futuro próspero.Publicidad



Crédito de la foto destacada: Madre jugando con su hijo en un parque / Dollar Photo Club a través de dollarphotoclub.com

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